En horas cercanas a la de este solemne acto un grupo
representativo de estudiantes del Instituto Nacional marchaban en compacta
formación hacia el Colegio Secundario de Balboa. Iban a reivindicar la dignidad
de la patria ofendida. Ignoraban el desenlace de esa noble iniciativa. Para
llegar a aquel colegio se internaron en las entrañas del monstruo. En el
enfrentamiento en ciernes hasta los muertos saldrían a combatir. Sin duda
salieron Urraca, Quibián, Felipillo, Pedro Prestán, Victoriano Lorenzo y por
que no, hasta Justo Arosemena.
Días previos, la atención pública nacional estaba
pendiente de las convenciones de los diferentes partidos políticos nacionales
ensimismados o preocupados en las escogencias de sus respectivos candidatos
presidenciales. De la misma manera daban cuenta de la negativa tozudez de los
colonos estadounidenses o “zonians” a ejecutar el acuerdo binacional de izar
las dos banderas en la Zona del Canal.
El Panamá
América de ese jueves, en su primera plana, a su vez
informaba del llamamiento que hacia Fleming, el Gobernador de la Zona del Canal
a los “zonians” a honrar el compromiso de izar las dos banderas. Así
mismo daba a conocer la oposición rotunda del Consejo Cívico de Balboa a acatar
la orden de izamiento. Por su parte Crítica informó sobre la oposición a
eliminar definitivamente el asta del Colegio de Balboa como una salida a la
crisis que se había provocado.
El Colegio Secundario de Balboa para ese entonces
contaba con una matrícula de 1,851 estudiantes. Pese a su mercenario
anticomunismo Jules Dubois, en su libro intitulado Danger Over Panama
(publicado en mayo de 1964), observa que, de aquella cantidad, 1,777
eran hijos de ciudadanos estadounidenses y 74 eran no estadounidenses,
principalmente panameños, que constituían un 4%. El 96% restante
eran hijos de militares y civiles al servicio de las fuerzas armadas
acantonadas en la Zona del Canal (50.1%); empleados del gobierno de la Zona del
Canal (34.5%); comerciantes estadounidenses no gubernamentales (7.3%) y de la
embajada y otras agencias del gobierno de los Estados Unidos (4.1%). A
simple vista resalta la oposición ultra conservadora de la estructura militar,
civil, comercial y diplomática de los ciudadanos estadounidenses a respetar y
hacer respetar el acuerdo de su gobierno al izamiento de las dos banderas.
El 9 de
enero trascendió y de inmediato abrió el
cauce al poderoso torrente del patriotismo panameño. A 50 años todavía
existen áreas por investigar y hay que seguir indagando. Por lo pronto
podemos distinguir otros escenarios a saber: 1. El de la eclosión patriótica
de amplios sectores de la sociedad panameña; 2. El de la lucha diplomática para
comprometer a los Estados Unidos a negociar un nuevo tratado y 3. El de la
lucha anticolonial o de liberación nacional.
Ciertamente, la indignación nacional prendió en la
conciencia de miles de panameños, fundamentalmente entre los humildes y entre
su juventud. La desigual confrontación con el más poderoso de los ejércitos
imperiales de la historia mundial además de coraje y voluntad de lucha requería
iniciativas que preservaran lo más posible la vida. Eso fue lo que procuró
hacer el movimiento estudiantil universitario ese mismo 9 de enero, en horas de
la noche: evitar que los panameños se convirtieran en fácil tarjeta de tiro
para las tropas agresoras. Se organizaron manifestaciones simultaneas a la
Comandancia de la Guardia Nacional, en la Avenida B, a exigir armas y otra que
se dirigió a la Presidencia a exigirle al presidente Roberto Francisco Chiari
firmeza ante EEUU y que ordenara a la Guardia Nacional que saliera a defender o
que entregara armas al pueblo.
La noche del 9 fue asaltado un negocio de armas en
la capital de nombre América y se sustrajeron algunas armas y
municiones. De esta manera el enfrentamiento adquirirá otra dimensión,
pero desproporcionadamente desigual por el poder de las armas de los
militares estadounidenses.
Al igual que en la capital, en las principales
provincias del país también se desarrollaron jornadas significativas. En Coclé
se constituyó inmediatamente el Comité Por Defensa de la Soberanía Nacional. En
Azuero hubo manifestaciones de repudio a la cobarde agresión.
En Veraguas, provincia donde se había dado una
efímera experiencia guerrillera en 1959, su Consejo Municipal mediante
resolución le declaró la guerra a los EEUU; convocó a un cabildo abierto y con
el apoyo de más de mil firmas organizó las milicias populares. Su comandante en
jefe Pedro Nuñez Adames, le remitió un telegrama al Presidente Chiari,
poniéndose a las órdenes. Hubiera quedado como una simple anécdota si no es
porque el Presidente Chiari se tomo muy en serio la disposición de los
patriotas veraguenses y les contestó lo siguiente:
Pedro
Nuñez Adames
Comandante
en Jefe
Milicias
Populares de Veraguas
Santiago
Gracias.
Mil gracias le doy a los soldados sin armas de mi patria. Y, he aquí lo relevante, agregó a renglón seguido Os
prometo no ceder un ápice ante el imperio.
RFCH
Presidente de la República.
Si lo primero podría motivar cualquier risa burlona,
lo que escribió de inmediato era un firme compromiso patriótico.
Desde Chiriquí se reportó la destrucción en David de
las oficinas de la USIS y del Chase Manhattan Bank. En Puerto Armuelles, donde
operaba la compañía bananera, sus directivos, ciudadanos estadounidenses se
refugiaron en Costa Rica. El Consejo Municipal del Barú tomó la iniciativa de
convocar a los 63 consejos distritales del país a un primer congreso municipal
por la defensa de la soberanía y en apoyo al presidente Chiari. Este congreso
se efectuó en la Ciudad de Panamá el 18 de enero de 1964.
¿Por qué había que apoyar a Chiari? Por cuatro
razones sustanciales:
Uno:
Rompió inmediatamente relaciones diplomáticas con los EEUU.
Dos:
Acusó a los EEUU por agresión en la ONU y la OEA
Tres:
Exigió negociar un nuevo tratado
Cuatro:
Para neutralizar la represión de la Guardia Nacional contra los combatientes.
Muchos ignoraban que en la comandancia de la Guardia Nacional los EE.UU. contaban
con una oficina de enlace militar y se vieron obligados a abandonarla el
viernes 17 de enero. (Véase El Día 18-1-64.p1). También olvidan que desde
1942 hasta 1970 el Ministro de RR.EE. tenía un asesor militar de los EE.UU.
Al día siguiente de la agresión los diarios de
Panamá y el mundo daban cuentas de las consecuencias del ataque despiadado e
injustificado al pueblo panameño.
El diario La Hora en su edición del 10 de
enero denunciaba que 10 panameños habían sido asesinados y 183 heridos. Como
quiera que los EEUU jamás aceptó su responsabilidad por el asesinato y por los
heridos panameños, al contrario, de manera cínica dijeron que solamente
dispararon proyectiles para cazar patos (perdigones) y que estaban cuidando las
propiedades de la Zona del Canal, por esa razón el gobierno panameño está
obligado a fundamentar su acusación por agresión que le formuló a los EEUU ante
la OEA. Por medio de una meticulosa investigación efectuada por el Lic.
Guillermo Beleño C., jefe del servicio de informes y estudios sanitarios,
del Ministerio de Trabajo, Previsión Social y Salud Pública. La
investigación testimonia que los agresores recurrieron a las balas, perdigones,
bayonetas, culatazos y el empleo abusivo de gases lacrimógenos y sofocantes y
contundentemente demuestra que las lesiones infringidas se ubican en el
abdomen, piernas, tórax y cráneo.
La información se recopiló en 3 Centros
Hospitalarios, dos en la Ciudad de Panamá el Santo Tomás y el de la Caja del
Seguro Social y el otro, el Hospital Amador Guerrero de la Ciudad de Colón.
Además de otros heridos de menor cuidado, fueron atendidos por su
gravedad 471 en estos 3 centros de salud. De ese total fallecieron
21: 18 fueron asesinados en Panamá y 3 en Colón. La
mayoría de los heridos son hombres (434) entre los cuales mueren 19. De las 37
mujeres mueren 2 y ambas niñas y en sus respectivas residencias. De los 85
heridos por bala: 72 pertenecen a Panamá y 13 a Colón. De estos 11 fallecieron
en Panamá y 2 en Colón. Por los efectos de los gases 37 fueron atendidos, sin
embargo, en Colón se concentra este tipo de afectación con 28 incluyendo una
baja fatal, una niña. El resto eran indígenas Gunas de aquella ciudad. Por
perdigones, la mayoría (36) son de Panamá y 9 de Colón. En cambio por bayoneta
y culatazos predomina Colón con 9 de un total de 11.
Nuestro primer mártir, el Ascanio Arosemena,
cayó el 9 de enero a las 7:30 p.m. abatido por un proyectil que le
perforó el pulmón derecho y le cortó la aorta. Al día siguiente 10 de enero al
mediodía otro potente proyectil le destrozó el cráneo a la niña Rosa Elena
Landecho estando en el balcón del multifamiliar de San Miguel, corregimiento
de Calidonia. (vease Critica 14-1-64 p2). El primer mártir colonense el Carlos Renato
Lara, fue asesinado el 11 de enero. Más de uno le disparó: una bala le
destruyó el cerebro y recibió varios impactos de perdigones en el tórax y el
abdomen.
Allá en Colón se combatió hasta las primeras horas
del 12 de enero. Es en Colón donde se dieron los últimos combates, los
últimos heridos y los últimos mártires. Al igual que en Panamá,
infructuosamente fuimos al Cuartel de la Guardia Nacional a pedir armas y
fracasamos al intentar hurtar las armas de caza que vendía Casa Mom.
Sobre la resistencia Colonense se refirieron desde el Subsecretario de
Estado Thomas Mann hasta la Revista Life, la de la portada emblemática
que recrea la escalada del poste eléctrico para colocar la Bandera Nacional,
(véase Life Jan-24-1964) y Life en español (2-3-1964).
Después de ser herido mi hermano Juan
Antonio Navas Pájaro, asesinan al Sargento de la Guardia Nacional Celestino
Villarreta y minutos después ingresa el cuerpecito en pañales de una niña
de tan solo 6 meses, Maritza Alabarca.
Es importante destacar que la designación de
Avenida de los Mártires nació de la genialidad de varios jóvenes, de esos
muchos héroes anónimos que surgen al calor de las luchas, ellos se subieron el
10 de enero, al frontis del Gimnasio de Ancón y simultáneamente pintaron
el muro de la entonces Avenida 4 de Julio y allí estamparon el nuevo
nombre que los panameños daríamos a esa avenida de la quinta frontera como la
llamó acertadamente Omar Torrijos. El Concejal Ricardo Lince lo
oficializa mediante acuerdo municipal el 14 de enero de 1964. Por eso resulta
ridículo pretender impedir que los actuales muralistas o artistas panameños,
agrupados en El kolectivo, recuperen la memoria histórica en los muros
de la Avenida de los Mártires, que debe su nombre a los trazos irregulares de
aquellos artistas de enero de 1964. No se dan cuenta, nuestros
gobernantes de turno, que la memoria de una nación es imborrable mientras
exista nación, que “no se puede tapar con pintura lo que nuestro pueblo
escribió con su sangre”.
Otro 9 de enero fue el de la batalla diplomática, y esta
guerra también tuvo héroes destacados que supieron vencer el miedo y la
cobardía de muchos que aconsejaban al gobierno desistir de sus posiciones
dignas ante la soberbia y humillaciones del imperio. Los EE.UU no
querían negociar si no simplemente dilatar el debate por la vía diplomática. La
experiencia de más de medio siglo de relaciones con los EEUU advertía ser
preciso en los conceptos ya que ellos son expertos en las interpretaciones e
imposiciones unilaterales. Ese pulseo no estaba exento de propiciar un golpe de
estado o que prosperara el anticomunismo o la división entre los panameños. Las
circunstancias crearon condiciones para que se pudieran superar viejos
prejuicios y hasta diferencias secundarias.
Con ese propósito, la misma noche del 9 de enero se
reunieron varias organizaciones en la Casa del Periodista para
constituir el Comité por la Defensa de la Soberanía Panameña. Ese
Comité organizó el Primer Congreso por la Soberanía, que sesionó en este
Paraninfo Universitario desde el sábado 15 al domingo 16 de febrero de 1964.
Jamás se abandonó la movilización del movimiento
estudiantil y de amplios sectores sociales. Las manifestaciones
estudiantiles, los mítines en el parque de Santa Ana eran constantes. El balcón
presidencial era el lugar donde se renovaba el compromiso de no restablecer las
relaciones diplomáticas sin antes tener la absoluta seguridad de unas nuevas
negociaciones. Las consignas callejeras además de apuntalar la posición del
presidente Chiari servían para fortalecer la rectitud de la gestión
diplomática. Se exigió un embajador más experimentado ante la OEA y Miguel
“Mike” Moreno, candidato a la presidencia por un pequeño partido, el
Reformista Nacional, aceptó encarar el reto. Del 17 de enero hasta el 3 de abril
de 1964, cumplió exitosamente su misión y dejó para la posteridad esas
vivencias por medio de un libro intitulado MISION A WASHINGTON.
El sector empresarial, antes del 9 de enero, era
sencillamente impensable acordar con ellos líneas de acción, pero la realidad y
la dinámica de los acontecimientos fue fraguando sobre la marcha puntos de
coincidencia que allanaron el camino de la unidad nacional. Ellos contribuyeron
a ganar adeptos a lo interno de los EEUU, ayudaron a que influyentes diarios
como el Washington Post y relevantes políticos atendieran con
objetividad las reclamaciones panameñas. Roberto Motta C., el ex
presidente Tomas Gabriel Duque, periodistas como Mario Velásquez,
lograron publicar una “Carta Abierta” en el Washington Post y el New York
Times.
Ese 9 de enero, el referido a las luchas
diplomáticas era más complicado porque tanto en EE.UU como en Panamá estábamos
inmersos en nuestros respectivos procesos electorales y las fuerzas sectarias
podían descarrilar cualquier solución con tal de sacar buenos dividendos.
En circunstancias en que los EEUU se resistía a
aceptar negociar con Panamá y ante la división política de los panameños, se
llegó a proponer forjar una gran alianza política de unidad nacional, pero los
egos y proyectos personales sepultaron esa posibilidad electoral.
Pese a todo, la tenacidad y la perseverancia del
Gobierno de Chiari conjuntamente con el apoyo de las organizaciones populares y
la solidaridad internacional, hizo posible que los EE.UU. reconocieran
públicamente el compromiso de negociar con Panamá la eliminación de las causas
de conflicto en las relaciones de ambos estados mediante un nuevo tratado justo
y equitativo para ambas partes.
A partir de esa Declaración Conjunta (3 de
abril de 1964) se inició el proceso de negociación pero lamentablemente se
volvió a la vieja práctica del secretismo, al estrecho marco bilateral, la
exclusión de todos los sectores contestatarios y de todas las fuerzas
sospechosas de oponerse a la política colonialista de los EE.UU. en
Panamá. En noviembre hacen renunciar a Jorge Illueca como
negociador.
Por razones de tiempo diré en apretada síntesis que
en las elecciones presidenciales de mayo 1964 “ganó el candidato de confianza
de los EE.UU. Marcos A. Robles”. El fraude fue escandaloso.
En 1968 presidió las elecciones mas asquerosas que conoce la historia político
electoral de Panamá. Ganó en esa ocasión Arnulfo Arias Madrid y
permaneció 11 días en el poder. Un golpe militar lo defenestró.
Hubo varias purgas en el seno de la Guardia Nacional
y a partir de 1970, bajo la conducción del General Omar Torrijos Herrera, se
estableció y desarrolló una nueva estrategia en el proceso de negociación
basada en la construcción de un amplio pacto nacional para recuperar el Canal y
desmantelar las bases militares extranjeras en el territorio nacional, se
recurrió a ganar el apoyo de la Comunidad Internacional, camino que nos condujo
a ingresar a los países no alineados, a restablecer relaciones con Cuba
y finalmente otros factores como el avance de la lucha anticolonial en Asia,
África y América Latina nos permitieron, el 7 septiembre de 1977 en la
sede de la OEA, en Washington, firmar dos (2) tratados con los EE.UU.
los llamados Torrijos – Carter: el Tratado del Canal de Panamá y el
Tratado de Concerniente a la Neutralidad Permanente del Canal y al
Funcionamiento del Canal de Panamá.
Esos dos Tratados entraron en ejecución el 1 de
octubre 1979. El Tratado del Canal expiró el 31 de diciembre 1999 fecha en la
que asumimos el control total y absoluto de la dirección y
administración del Canal de Panamá. Reintegramos el territorio conculcado a
principio del siglo XX, conocido como zona del canal. Atrás quedó para siempre
la perpetuidad y la presencia interventora de las bases militares de los EE.UU.
Después de 500 años de explotación de la posición geográfica asumimos su control
y aumentaron exponencialmente los beneficios económicos directos e
indirectos. Por ejemplo, desde 1913 a 1979 recibimos en concepto de
anualidad $74.2 millones; desde 1980 al 99, como co-administradores del
Canal en virtud del Tratado Torrijos-Carter recibimos $1,740,262
millones. A partir de ser Panamá la dueña absoluta de su posición
geográfica recibió desde 2000 al 2013, $8,500.9 millones.
Solamente el año pasado recibió $1,032.3 millones.
Sin el 9 de enero no se hubiera reconquistado
nuestro territorio, ni eliminado el control a perpetuidad de los EE.UU.,
tampoco hubiéramos erradicado las bases militares, lo que constituye uno de los
mayores logros que hemos alcanzado como nación.
No obstante, esa conquista se puede desvanecer si
toleramos que la actual coyuntura de la globalización perdamos nuestros
objetivos que como nación libre y soberana debemos mantener y marchemos
al compás de los intereses extranjeros. Para nadie es un secreto que en
Panamá por lo menos dos (2) grandes corrientes han coexistidos. Una, la que se
esfuerza constantemente por elaborar un proyecto de nación que beneficie a la
mayoría de los panameños, mientras que la otra desea subordinar a todos a sus
propósitos egoístas excluyentes y de beneficios para los menos y/o al servicio
de los interés extranjeros. Un claro ejemplo de esta política excluyente y
egoísta la encontramos en la destrucción que desde el Estado se hace a nuestro
sector agropecuario, sin tomar en cuenta que todo Estado Nacional está obligado
también a garantizar su soberanía y seguridad alimentaria.
Por otro lado, la educación pública en Panamá cada vez más
deja de ser una promotora de la movilidad social y fuente de
oportunidades para los panameños pobres del campo y la ciudad. Hasta la
fecha se mantienen las anacrónicas escuelas multigradas que son un mecanismo
reproductor de la pobreza. Un urgente y profundo cambio de nuestro sistema
educativo no se puede alcanzar desde arriba, sin la participación activa de
todos quienes intervienen en el proceso, gobierno, educadores,
estudiantes, padres de familia y ciudadanos.
Igualmente, cegados por el becerro de oro o el afán
desmedido de hacer negocios corruptos hemos desmejorado la calidad de vida de
la mayoría de los panameños. Son evidentes las carencias en materia de
nutrición, trabajo y salarios dignos, agua potable, vivienda, caminos,
carreteras, asistencia médica de calidad y sanidad en general, educación de
calidad. Han sido muchas las promesas de mejores días que se alejan cada
vez más de ser concretadas.
Hace 50 años se discutía si trasladar o no el
Instituto Nacional. Hoy se pretende eliminar sus primeros años sin dar más
explicaciones.
También les recuerdo que hace 50 años se propuso
juiciosamente un acuerdo o pacto político para estructurar un gobierno de
unidad nacional y los políticos acostumbrados al clientelismo cerraron esa
opción. Ya sabemos a que condujo esa miopía. ¿Hemos aprendido la
lección?
Por último si hay algo que peor retrata el alma
enferma en una sociedad degradada es su ingratitud y desprecio a preservar el
legado histórico. Hubo dinero para rendirle honor a un desalmado conquistador
español y no lo hay para digitalizar los periódicos de la Hemeroteca de la
Biblioteca Nacional. La Patria está en deuda con esos hombres y mujeres que
ayudaron a consolidarla. Despojados de toda mezquindad, tenemos la obligación
de reconocerles en algún momento sus aportes innegables. Cuando se
defienda la Patria, y decir Patria es decir Madre, no se esperan réditos
crematísticos. Preservar la memoria histórica exige rendirle el merecido
tributo, entre otros, al Presidente Chiari, a Manuel Solís Palma,
Eloy Benedetti, a Miguel Moreno, a Jorge Illueca y a esa dirigencia
estudiantil que supo entender el momento y acudió sin dilación al parto de
la historia.
Finalmente, los panameños tenemos la obligación de
preservar el legado ante los nuevos retos que hoy nos llaman y nos convocan.
Actualmente se cierne sobre el Canal de Panamá, y su proceso de
ampliación, peligros a los que se le debe prestar toda la atención.
El Canal es pieza esencial del proyecto nacional, no
solo por la soberanía y la integridad del territorio, sino porque la riqueza
que genera debe servir para un desarrollo con equidad y bienestar que alcance a
todos los sectores sociales. El proceso de formación del Estado Nacional
no se podrá completar siendo una neocolonia totalmente supeditada al carro de
los intereses de los EE.UU y siendo una plataforma de dominación y agresión
militar hacia otros países.
El legado y sacrificio de los mártires de enero y de
quienes los antecedieron en la lucha anticolonial, sólo tiene sentido si los
beneficios alcanzan a los sectores tradicionalmente marginados del país. Pero
quedan numerosas tareas pendientes. Afianzar la identidad nacional es una
de ellas. El empoderamiento social de las áreas revertidas: no
puede ser que sirvan sólo a la clase social que menos luchó por recuperar el
Canal y expulsar a las bases militares. No puede ser como se advirtió
proféticamente estemos sustituyendo el no traspasing por prohibido pasar,
propiedad privada.
La
defensa del principio del Canal para los panameños, no es solo defender su
autonomía o a un administrador, es evitar que el principal
patrimonio de la nación, que costó sangre de generaciones de panameños, que su
institucionalidad conquistada, sea nuevamente usurpado, esta vez por un
reducido grupo de atracadores nacionales en complicidad con otros extranjeros.
Honrar a los mártires de enero hoy implica luchar
para evitar que el Canal de Panamá y los nuevos negocios y riquezas que
generará gracias a su ampliación, se conviertan en el botín del grupo de
saqueadores del Estado Panameño.
El nuevo escenario geopolítico pasa por el interés
primordial de Estados Unidos en que se inaugure pronto la ampliación del Canal
de Panamá y con ello desalentar, hasta dónde sea posible, la construcción de un
nuevo canal por Nicaragua, proyecto que ellos si se toman en serio. Ellos
conocen lo que es capaz de hacer una potencia emergente como China que, con
ello tendría presencia en las rutas de aproximación que surcan el Caribe, región
en la que se mantienen varias disputas territoriales entre Nicaragua, Costa Rica,
Colombia y Panamá. Es el mismo mar que bordea a Venezuela y su petróleo,
a la zona petrolera del Golfo de México (y de los propios Estados Unidos), de
la también petrolera Trinidad y Tobago y por el que tendrá que transitar parte
del petróleo brasileño. Por ello, su vicepresidente, Joe Biden, visitó
nuestro país, previo recorrido por los puertos norteamericanos en los que se
está invirtiendo para aumentar su calado para los postpanamax.
Es la misma región surcada por las llamadas rutas
del narcotráfico internacional y la misma en la que existen prósperos paraísos
fiscales y reconocidos centros dedicados al lavado de dinero.
Ese nuevo escenario geopolítico y geoestratégico
pasa por definir si el clima de negocios que existe en el país de mayor
crecimiento y mayor potencial económico de la región se caracteriza también por
el crecimiento incontrolado de la corrupción a todos los niveles. La
crisis provocada por el consorcio integrado por la española Sacyr-vallehermoso,
de muy dudosa reputación, es el mejor ejemplo de una traslación peligrosa y
desafortunada, en materia de contrataciones públicas panameñas, de la terrible
danza de los billones de los sobrecostos.
El nuevo escenario que los panameños estamos
obligados a construir en la actual encrucijada implica la redeficinión de una
política exterior panameña de Estado y no de gobiernos que ocasionalmente ganan
elecciones, basada en una doctrina de independencia, soberanía, identidad,
confianza y autoridad en el concierto de naciones, no la comedia vergonzosa que
vemos cada día.
Por todo ello la eclosión de enero de 1964, debe ser
permanente para seguir teniendo PATRIA y no ser absorbidos por filibusteros
actuales.
Este tributo sincero de la Universidad de Panamá
destaca su conciencia crítica y por consiguiente no debe cejar en la enseñanza
de la historia nacional y en el restablecimiento de la asignatura Relaciones de
Panamá con los EE.UU. de igual manera seguir bregando por la eliminación del
armamento peligroso que dejaron abandonados en lugares como: La Isla San José y
Fort Sherman entre otros lugares.
La
memoria de los Mártires de enero de 1964 y de todos los patriotas
de antes y después, hay que honrarla todos los días, luchando por construir un
país en el que todos podamos sentir orgullo y no vergüenza de ser panameños.
Prof.
Luis Navas P.
Paraninfo
Universitario
Panamá,
9 de enero de 2014.
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